lunes, 27 de julio de 2009

!Honor!

Yo me encuentro desde siempre entre los que apoyan que el cine es un Arte Mayor; lo es en tanto que transmite de hecho sensaciones, toda una serie de realidades extrañas -es una música rara, muy única-. Hubo dos películas que me llamaron mucho la atención desde el primer visionado que les di: "Braveheart" y "El último samurái". Me transmitieron sensaciones parecidas, a pesar de que las dos aparezcan en las antípodas mutuamente -nadie bajo la encarnación del yugo empirista podría relacionar a los escoceses del siglo XII con los samuráis de la era Meiji-. Pero bajo ambas películas subyace una idea -y no olvidemos lo poderosos que son símbolos e ideas para el hombre de cualquier época o credo-.
Quizás alguien me inquiera en este punto con el supuesto "sentido romántico" -!tildarme a mi de Delacroix, de Wilde!- que todos poseemos como salida existencial (el también "cualquier tiempo fue mejor" de Manrique). Pero como filósofo que me considero -si Sócrates se creía así me veo incluso en más derecho que él de creerlo- dudo que mis sensaciones, mis puras pasiones -hijas de un instinto puro, de bestia, noble; pero no como signo de caos, sino con la mesura- no surgen de ningún sueño trompetero y madrugador de un romántico decadente, ni mucho menos.
Lo cierto, lo que importa de veras, es lo que aquellos hombre hicieron, porque dejar una marca en la historia, o simplemente en las mentes, es algo sublime, que justifica totalmente una existencia. ¿Por qué lucharon aquellos hombres, que con rendirse hubieran tenido todo conseguido? ¿Por qué arriesgarse de aquella manera contra un enemigo superior? Ellos lucharon por imponerse; fue un alarde orgulloso, magnífico, de voluntad; es un "yo puedo hacer esto, estoy en deuda y lo hago". Eso para mi está por encima de cualquier otra cosa en este mundo. ¿Qué importan tesoros, poder, frente a hacer lo que dicta la voluntad (como fuerza natural y maravillosa)? ¿Alguien considera más alto honor que el de servir a esa voluntad?
Eso es lo que, al margen de todo lo que dijo Webber o Schonpenhauer, es el honor. Mejor, lo definiré con una frase de Robert Roy McGreggor: "El honor es el mejor regalo que un hombre puede hacerse para si. Nadie puede decir si se tiene o no; eso es un secreto que solo sabe cada uno"...

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