domingo, 30 de agosto de 2009

Niebla (I)

Todo todo, todo en definitiva. La añoranza despedaza lentamente aquella coraza humana del aguante y hace brillar unas lágrimas demasiado certeras como para ser olvidadas y demasiado pequeñas como para ser nombradas. Égun es el que se alza brevemente y dibuja sus fantasmagóricos contornos en la cercana lejanía, mientras el valle se cierra en unas lejanías más infinitas. Y cuanto de curioso tiene que a la niebla la defina como sí el verde, que solo llegue a significar algo verdadero en contacto con los árboles, con los pastos... ¿tanto de bueno pueden llegar a tener los pinos? Parece que sí.... lo importante es que se ha levantado el Munoaundi ante mi. Su nombre ("grandes muros")se le dió en un tiempo desconocido por los de ahora,un tiempo tan oscuro y claro para que la propia tempestividad tuviese algún sentido, un tiempo en el que saber qué era el tiempo era una pérdida de tiempo... y a saber cuanto milenios y cuantas gentes han contemplado aquellos muros que solo ahora volvemos a ver, o cuanto hacer que la Estigia del tiempo los enguyó con una gula sin par...

viernes, 14 de agosto de 2009

Las posibilidades de objetividad (II)

Para hablar de objetividad sería apropiado remonatarnos mucho tiempo atrás, al comienzo de muchas cosas que están entre nosotros y que, por lo familiares que nos resultan ya, las observamos como "naturales", como un producto en bruto, natural, sin refinar.
Son los grandes hombres los que a menudo son las criaturas más solitarias; ¿se podría decir objetivamente por qué? -que monstruo he levantado de nuevo al pronunciar esa palabra, objetividad!- Estos tipos de hombres yo los percibo como "errores", como cosas singulares en sí mismas, fenómenos irrepetibles. Pero es difícil discernir la génesis de esos fenómenos; resultaría un número escabroso el asegurar un origen exacto, aunque dadas las cirscunstancias podría situar dos orígenes como probables:
-El hombre como un azar en su composición, en sus caracteres, y el hombre fuerte como un tipo necesario para el resto de los hombres y generado al azar, programada su generación en cada unidad en un intervalo de tiempo determinado.
-El hombre fuerte como creador de sí mismo. En este caso es doblemente difícil decidir, ya que sería correcto bifurcar este origen: creador de sí mismo como imagen de lo "divino" (es decir, un auténtico caza-tesoros de la objetividad)y como creador de sí mismo mediante su propia fuerza, o sea, presuponder su propia fuerza como premisa (esto nos llevaría en parte a la primera forma de creación, puesto que el hombre fuerte sería un producto natural).
Los dos casos me asustan un poco. A priori el hombre fuerte sería el más divino, el más objetivo (por ello más fiable). Pero si la fuerza es algo natural ¿Tendráin valor los hombres fuertes?; si no son creadores ni de si mismos no puedo entender que derecho tienen a poder crear sobre los demás. El espíritu solitario del fuerte pudiera ser otro producto natural, para alejarlo del débil; o también puede ser que eñ estado natural del hombre sea el débil y la naturaleza aleje al fuerte con ese sistema, para dejarle agonizar solo.
De todas formas en valor del hombre fuerte habrái que analizarlo mejor. El caso es que el hombre fuerte siempre ha calado hondo en las mentalidades de las épocas (Thutmosis III es un gran ejemplo de hombre fuerte). Observemos la "fuerza" el concreto en un filósofo, en su teoría.
Reseñaré para poder proseguir con la expliación un fenómeno que he observado hace poco tiempo. El hombre necesita una contrapartida positiva para algo negativo; es decir, para que se entienda el bien necesita el mal, pues la mente populachera no sabe entender una parte sola, necesita su opuesto para poder definirla ("aquello es todo lo que no sea esto"). La religión cristiana populachera no puede ver a su Dios sin su diablo. Porque para ellos el concepto "bien" queda vacío sin el concepto "mal".Quizás sea así porque solo poseen una primera fase de abstracción, una abstracción primitiva, rudimentaria, que les permite ver la realidad en grandes partes, pero no poder separalas. Anque yo más bien creo que responde al miedo y a la falta de capacidad de liderazgo, de personalidad propia. De todas formas, a esa forma de oponer conceptos creada por el hombe para entender (y para hacerse entender) le llamo ley de oposición de términos.
La lectura de Heráclito me está dando a entender que había en él un espíritu solitario, independiente y personalísimo. ¿Se podría decir entonces, vistos los caos, que la soldad y el desprecio de compañías son una premisa del hombre fuerte? El problema de Heráclito para mi es que considera la ley de oposición de términos un producto necesario para el lenguaje y el pensamiento e en algo "verdadero" en si. Es decir; esto es bueno porque aquello es malo. Se percata de que la distinción bueno existe al existir la opuesta. Hasta ahí demuestra ser un buen conocedor de los senderos del hombre; pero veo su error en considerar esa ley de oposición de términos como "verdad objetiva" y no como fruto de la mente humana, como fruto del "intento de divinización" (al que ya hice referencia en la primera parte de esta reflexión) al que se somete el hombre mediante la búsqueda de ña objetividad: llegados a este punto creo que sería lício nombrar la ley de oposición de términos como un mecanismo mental, instintivo y atávico para cerrar lapuerta al caos (y de ser así la objetividad se hayaría agonizando); eso es el miedo, la cobardia, ante el caos. Ese proceso organizativo que ya nombramos, como forma de huir del caos, posee sin lugar a dudas la ley de oposición de términos como forma de clasificar, ordenar en el posible caos lo natural. Por eso creo que Heráclito se equivoca, que quiere "divinizar" (u objetivizar, que viene a ser lo mismo) un sistema mental humano. Creo que en este instante las dudas se arremolinan en forma de densos nubarrones en torno al hombre fuerte y la objetividad (¿están relacionados ambos?).

martes, 11 de agosto de 2009

Las posibilidades de objetividad

Hay un tema que me lleva torturando un tiempo bastante considerable, y creo que es el momento de exponerlo de forma escueta al menos.
Toda la existencia del hombre, siendo más justos, los últimos tres o cuatro milenios, por crear obras de perfección, quizás de ser capaz de crear una serie de sistemas. La misma sociedad y el concepto de estado son consecuencia de esas actividad del hombre, que al parecer no cesa solo por el aparente impulso "organizador"; nada más alejado de la realidad. El hombre no es que no pueda escapar a ese presunto impulso, que desde luego no es fácil que yo lo de por cierto, sino que tiene miedo. El hombre organiza no por ser organizador por naturaleza, sino porque tiene miedo a que puede pasar si no hay esa organización. Es bastante probable que la concepción del "hombre organizador-rector", muy positivista, no sea otra cosa que un sueño de la ilustración. ¿Por qué el hombre iba a tener una especide de "deber" organizador? ¿Por qué hay que suponer que la forma de organizar del hombre es una misión, un destino en si misma? Yo creo que todo eso es más bien fruto de una corriente de pensamiento común en Europa y nacida de la fase última de la antigüedad -Alta Edad Media la llaman los historiadores-; también esa forma se ha manifestado sin ninguna duda en el Renacimiento, la ilustración, el positivismo y el capitalismo; esta corriente es una suerte de antropocentrismo extraño, pero muy tangible durante todo ese tiempo y hoy día. Ese antropocentrismo no es solo propio de los renacentistas, ya en el siglo XII se podía ver muy claro. Aunque Dios estuviese por encima del hombre ese dios no era más que un "superhombre", un alter ego del hombre; si él gobernaba estaba gobernando el universo un hombre mayor talla. De todas formas ese dios medieval daba, como "superhombre" que era, la potestad al hombre de hacer lo que en gana le viniese con todo lo que le rodeaba, así que ese dios fabricado en la Edad Media no era otra cosa que una forma de justificación de el derecho del hombre a hacer lo deseado; lo que pasa es que en el Renacimiento el hombre olvida que ncesitaba a el dios medieval para hacer lo deseado y por eso se enuncia antropocentrisa (Conclusión: el hombre medieval es más cobarde que el renacentista y necesita crear un dios para justificarse, el renacentista tiene menos prejuicios, menos "moral" típica. El siguiente paso en ese sistema de justifiaciones de si mismo es desear ser el dios medieval, desear ser ese "superhombre" pero siendo aún persona; de ahí derivó toda la ilustración y el positivismo, que también creo acertado englobar en un mismo grupo. Por lo tanto, esa visión antropocentrista arraigada en este hombre persiste incluso sin el dios que necesitó al principio -las religiones en la antigüedad son caso bien distinto-. No olvidemos que la causa de toda esa búsqueda es el miedo que experimenta el hombre.
Teniendo ese miedo como premisa podríamos afirmar muchas cosas, como por ejmplo que todo el cuidado que el hombre pone en las labores para con la sociedad son productos de ese miedo, ese sentido del deber, o que el propio sentido del deber es una forma de cobardía. Pero vamos a tratar una parte concreta saltándonos una principal: porque el hombre, puede que guiado por su miedo, desea siempre llegar a la objetividad absoluta; su obsesión por emitir juicios, elementos y verdades indisolubles, eternamente válidas (¿otro fragmento de miedo, quizás deseo de continuar, un miedo fisiológico a la desaparición tras la muerte y un buscar la inmortalidad?.
Se pueden suponer muchas cosas sobre qué es la objetividad y en qué choca con la subjetividad. Yo no voy a recurrir a ningún diccionario de lengua ni nada por el estilo. Voy a expresar que entiendo por objetividad y que entiendo por subjetividad para que se entienda de que hablo. Lo objetivo para el hombre es lo divino, lo que perdura (por ser divino, ya que un dios es inmortal); las cosas divinas perduran (porque ayudan a perdurar al hombre como superior al resto de lo natural, esa es la función del dios medieval), y esa sensación de inmortalidad es la que mueve al hombre a intentar atar todo lo que produce a la objetividad. La subjetividad engloba todo aquello que el hombre entiende como propio de los típicos seres más humanos; lo que solo se ara a un moral una moda, un estética de un momento determinado perecen cuando ese momento acaba, y por tanto son mortales; así que el hombre intenta no ser subjetivo, sino ser objetivo y así escapar de la muerte. La objetividad es la consecuencia del deseo del hombre de vivir eternamente, de no morir (creo que es por tanto un tipo de egoismo el querer ser objetivo). ¿Es posible ser objetivo en obras o palabras? Como algo "divino", la objetividad solo podría ser propia de un dios, de un ser "divino", lo suficiente frio e inmortal como para no empaparse de cualquier retazo de cultura humana de una época; y ese ser no está al menos entre nosotros. La objetividad no ha existido puesto que el sentido de juzgar (en el fondo, de entender algo como "bueno" o "malo") deriva de las reglas bajo la que juzgues, del criterio, y solo un vistazo breve en la antropología nos demuestran que no ha existido en ningún momento una forma uniforme de medir esa clase de cosas: en ese sentido la objetividad también es la "moral de los vencedores", una imposición de su orden divino.
Para adentrarnos en la pregunta y concluir, ¿existe una posiblidad de ascender hasta la objetividad? ¿Se pdorá llegar a ello?... creo que es solo un sueño de los que idealizan la justicia.

jueves, 6 de agosto de 2009

Momias




Sethos II, cuarto faráon de la Dinastía XIX (siglo XII a.C.), padre de Ramsés II el Grande, uno de los reyes más poderosos del Imperio Nuevo egipcio

Hay momias aztecas, mayas, sajonas, chinas,... Pero tanto por Hollywood como por nuestra reserva social de información son las egipcias las que más nos llenan de intriga y todas esas cosas tan típicas. Supongo que algunos de los que lean esto estarán bien familiarizados con el ritual de apertura de la boca, con las Casas de la Muerte y todo eso, pero para los neofitos expliquemos brevemente lo que es una momia, como se fabrica y por qué los egipcios hacían momias.
Los egipcios le daban muchísima importancia a la vida tras la muerte. Pensaban que después de la muerte vendría una segunda vida llena de placeres; pero acceder a esa vida no era tarea fácil. Había que convencer a los jueces del dios Osiris (dios del inframundo entre otras muchas cosas), que eran 42 (juzgaban el hurto, la homosexualidad,...) y tenían nombres tan extraños como "El que come las entrañas de los perros".
El caso es que era básico conseguir la conservación del cuerpo para lograr acceder a esa vida. Los primeros egipcios observaron que un cuerpo enterrado en las arenas del ardiente desierto se secaba pero no se pudría. Cuando comenzaron a enterrarse en tumbas de piedra la descomposición de los cadáveres era rápida, así que idearon un complejo sistema para preservarlas. Las primeras momificaciones de las que tenemos noticias datan del año 3500 a.C., si bien es cierto que la técnica era muy primitiva.
La forma normal de hacer momias consistía en extraer primeramente el cerebro por la nariz, con la ayuda de una especie de afilado garfio al rojo vivo. A continuación se introducía en la cabeza vendas de lino, miel y ungüentos que se solidificaban. Luego se practicaba un corte en la zona del abdomen para sacar los pulmones y los instentinos (los riñones se les ignoraba puesto que se desconocía su función).EL corazón quedaba en su sitio, ya que se le consideraba la sede de la verdad. El cuerpo se rellenaba con vendas, perfumes,... Después, se introducía durante un período de 40 a 70 días en natrón, una sal compuesto de cloruro sódico que secaba el cuerpo, evitando así que se pudriese (literalmente el cadáver quedaba convertido en un jamón faraónico).Luego los órganos se limpiaban e introducían en los famosos vasos canopos, y el cuerpo se limpiaba y perfumaba; el úñtimo paso eran las vendas. Y no era breve, ya que el período para vendar un cuerpo podía durar hasta dos semanas (!hasta 800 metros de vendas se empleaban!)
La historia de las momias está plagada de leyendas, confusiones y toda clase de cosas curiosas. La primera de ellas sobre las momias comenzó con el viaje que el historiador griego Herodoto hizo a Egipto unos pocos siglos antes de Cristo. Resulta que por la zona de Arabia había un remedio natural llamado mummie; la semejanza entre las palabras momia y mummie logró que Herodoto confudiese aquel remedio natural para enfermedades con egipcios muertes hace 3000 años. Pero el caso es que la leyenda de que las momias curaban se mantuvo en vigor durante el siglo XIX; en esa época miles de momias fueron sacadas de sus tumbas y vendidas a médicos ingleses, los cuales las trituraban y preparaban "polvos curativos de momia" que la gente tomaba con agua.


Momia de gato de la Baja Época (Dinastías XXIV-XXVII); durante el Imperio Nuevo y la Baja Época las momias de animales aumentaron en número de forma increíble. En Saqara se han encontrado tres millones de momias de gatos y un millón y medio de momias de ibi (ave egipcia). Las momias las vendían los sacerdotes a los viajeros por grandes sumas, aunque fue habitual que aquellos turistas fuesen estafados frecuentemente, ya que a veces les vendían momias falsas hechas de madera. Incluso se ha encontrado el acta de un juicio contra tres sacerdotes falsificadores de momias, que tuvieron que indemnizar a sus enojados clientes.


Pero fueron los empresarios norteamericanos los que menos respeto prestaron a las momias. Un empresario de Maine del siglo XIX llamado Augustus Stanwood compró en Egipto miles de momias (a seis centavos el kilo) que llevó a EEUU para hacer papel con ellas, ya que en esos tiempos el papel se hacía con trapos viejos y había escasez de estos. Por el color de las momias el papel que fabricaban era oscuro y se utilizaba para envolver la carne (el papel de estrasa de hoy día tiene su origen en aquel papel tan faraónico). Sin embargo, una epidemia de cólera acabó por conseguir la prohibición de las momias como fuente de papel.
También fueron empleada sin piedad como combustible para los ferrocarriles (es difícil imaginar a los vaqueros cargando cajas de momias en los trenes).En el libro de Mark Twain "Los inocentes en el extranjero" se relata como se empleaban en los trenes del salvaje oeste las momias como combustible. En un capítulo un maquinista dice: "Estos plebeyos no valen nada, ¡echad un rey!".
No fue hasta principios del siglo XX cuando se empezó a respetar un poco más a aquellas momias, sobre todo a raíz de que el profesor Grandville le hizo la autopsia a una sacerdotisa y descubrió que las momias podían ser una muy buena fuente histórica. De hecho hoy día una parte de la medicina, la paleopatología, que se dedica a averiguar el origen de enfermedades actuales inspeccionando antiguas momias, así como curas posibles y tratamientos. Finalmente, las momias están sirviendo tanto en museos como en hospitales.

sábado, 1 de agosto de 2009

Una noche en la ópera (1935)



Director: Sam Wood y Edmund Goulding
Actores: Groucho Marx, Chico Marx, Harpo Marx, Allan Jones y Margaret Dumont

A estas alturas todos estamos de acuerdo en que la risa es básica para poder vivir de forma más "auténtica". Sin risas la cosa ser haría demasiado aburrida. Hay chistes, monólogos,... Pero lo difícil es encontrar una película de humor que despliege carcajadas cada dos minutos. Y esta lo consigue.
La señora Claypool es una ingenua millonaria que decide financiar la nueva ópera. El tenor Lassparri es el elegido para interpretar "Il trovatore" de Giuseppe Verdi como número inaugural. Pero la interrupción de Harpo y Chico (Tomasso y Fiorello) darán al traste con los planes de Lassparri, para conseguir que Ricardo Baroni, amigo suyo y mucho mejor tenor, sea el que cante, con una delirante concatenación de sucesos cada cual más chirriante y absurdo.
Verdaderamente esta fue la película que exprimió por vez primera a los hermanos Marx (algunos dicen que la marcha de Zeppo contribuyó a ello notablemente). Lo cierto es que la película entera contiene escenas memorables, tales como el famoso camarote que se desborda de gente o el contrato que Groucho intenta hacer firmar a Harpo, representante de Baroni.
Como es típico de las películas de aquellos años, los números musicales quizás se excedan y lleguen a la pesadez en ciertos momentos, pero no destruyen para nada el clímax de la película y algunos, como el de los inmigrantes italianos a bordo del barco, resultan bellos y memorables.
Recomendable quizás como ninguna otra para empezar el camino del cine de los hermanos Marx, ciertamente es una maravilla del cine, que, como todo buen film, consiguió un halo de atemporalidad, algo que en las películas de humor es particularmente difícil de lograr.