martes, 21 de julio de 2009

De lo bueno y lo latente; pensamientos de un "bohemio"

Siempre, desde hace al menos algunos años, me ha gustado observar y analizar las cosas desde una perspectiva bella, distante y añorante de ciertas delicadezas. Esa perspectiva de la que hablo es agridulce, amarga; pero a mi esa clase de amargura me hace sonreír y ascender, transportarme a otros lugares. Entonces, ¿quien soy? No podría siquiera pensar cuantas personas se habrán hecho esa pregunta en tantos miles de años. Es más, es la Pregunta con razonables mayúsculas.
Desde una posición -que a mi confieso no me agrada del todo que fuera así- ora extraña, ora vulgar, he recorrido zonas del pensamiento, del arte, de las ciudades, de la música, aún húmedas por el vaho del tiempo, por esa realidad que permanece empolvada por naftalina en todos los armarios. ¿Cuántas veces habré soñado yo con ser aquel pequeño hobbit o ese joven de Gascuña, o incluso aquel revolucionario Joe?
¿Por qué me gusta pensar en ellos durante la tarde? ¿Es precisamente durante el crepúsculo cuando todos esos seres toman cuerpo en mi mente y pueden andar y expresarse a través de mi? Ciertamente a muchos les preocupan mis hábitos de pasear solo, distante, casi fuera de este mundo; les asusta que verdaramente esté fuera, cada vez más lejano. Incluso les asusta esa añoranza preciosa, limpia, que experimento al mirar al horizonte al mar; al sentirme parte de mares, acantilados, soles, tierras milenarias, al sentirme tan diminuto como protegido por todo eso; en resumidad cuentas, a ser parte de todo y a que todo sea parte de mi.
¿Son esos sentimientos dignos de mi? La sociedad industrial, burguesa, hizo que el hombre perdiese sus vínculos con aquel mundo natural que desde milenios había sido parte de él. ¿No será que yo he sido capaz de abrir esos canales de percepción de nuevo para crear una simbiosis por mi medio, que por otra parte si que es digno de mi?
¿Y hay, hubo o habrá gente que comparta aquello conmigo? Supongo que sí; yo creo que Turner, Constable o Monet experimentaron eso...
Todo el mundo de ideas que se mueve a ese alrededor me tienta con imágenes perfectas de belleza, soledad,... Son cosas bellas y la belleza en sí misma es una de las pocas verdades que conozco.
Yo quise, o quizás aún quiero, ser anarquista: poder cambiar el mundo, llegar a algo más pasional, mucho más humano. La verdad es que no sé si llegaré a eso. Lo que sí sé es que los anarquistas que conocí se distanciaban enormemente de Bakunin; no quería lo mismo que yo, persistían en sus vicios. Pero yo soy distinto; para mi, "el futuro está sin escribir"...

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