martes, 21 de julio de 2009

No hay más dios que Marx y Lenin es su profeta

Mi pretendida labor futura como historiador o, si lo prefieren, observador del fenómeno humano, me hacen pararme a pensar sobre algo que me lleva escamandodesde hace algún tiempo.
Situémosnos; conversación con un señor fulano que es dice ser seguidor de la secta de pensamiento polí­tico denominada "comunismo". El susodicho esun tipo joven, intrépido e idealista -cuanto menos en la cáscara- y "escéptico". Resulta que este sujeto habitualmente mantienediscusiones sobre diversos temas conmigo, casi a diario. En cierta medida essatisfactorio poder conversar con alguien, sea del signo que sea -creo que enparte la disputa es una forma buena de generar información para ambos bandos-.
Bueno, este señor me relataba lo bien que se lo iba a pasar en verano; iba con el partido a Argelia a ayudar a los más necesitados, y de paso a trabajar con una comunidad de niños jóvenes y desvalidos que viven refugiados encampamentos, algunos de ellos procedentes del ciclópeo éxodo que ha venidosufriendo el pueblo saharaui, en parte por el terrorismo polí­tico marroquí­ y por la pasividad y desapego de los españoles hacia sus responsabilidades, en los últimos treinta años.
Hasta aquí­ todo parecea amor, socialismo, solidaridad y bondad. Pero la sorpresa es de dimensiones épicas cuando el sujeto, con un tono cercano al del niño malo de las pelí­culas de solo en casa, afirma que lo mejor de Argelia esque con solo diez euros puede ponerse "ciego" de una maría de una calidad en Europa desconocida, que las mujeres son fáciles para los europeos y que allí ­la ropa de marca (Nike, Adidas,...) es barata a más no poder. Debí­a haberle dado un par de palmaditas en la espalda felicitándole por su próxima felicidad.
Rápidamente, tuve la osadí­a, la irresponsabilidad, el atrevimiento, la"mala pata", la estupidez, yo que sé, de declarar que si su forma "comunera" (así de fácil salió el adjetivo) de mejorar el mundo era el turismo sexual y las drogas. La respuesta que me dió puede estructurarse de forma rápida y sencilla en los siguientes epí­grafes:
A: fascista (con todas las acepciones malévolas que puede entrañar este término)
B: conservador (tenga cuidado, quizás su hijo le denuncie por mojigato si no le gusta el caballo o el crack que se mete)
C: capitalista (todo aquello que no sea o drogas, o comunismo, o botellona es capitalismo)
Para un análisis más formal de este acontecimiento (fuera parte de las ironías),debemos tener en cuenta que las JK (Juventudes Komunistas, así­ se llaman) de Sevilla o Alcalá de Guadaí­ra están integradas por un núcleo pequeño de intelectuales. No lo negemos; el mismo José Antonio Barroso pertenece alpartido de Andalucí­a, incluso profesores de UPO. Pero lo que tampoco se puedenegar, y respecto a ello la experiencia personal manda, es que ese solo es el núcleo, la cúspide del partido. El resto de militantes poseen un perfil muy parecido; jóvenes entre 15 y 30 años, nivel de estudios muy básico, nivelcultural bajo, pertenencia a tribus urbanas (principalmente heavys, freaks,alternativos, rastas,...), escasa formación polÃítica, relación con drogas blandas, familias de clase media-baja,...

Ante la forma general de vací­o que la religión deja, debido a su desplazamiento progresivo a lo largo del siglo pasado y el actual, habitualmente esta clase de individuos encuentran la titánica tarea de buscar nuevos valores, nuevas enseñanzas. En definitiva, de darle un sentido a una vida que ni la religión ni la moral tradicional puede mejorar. El fenómeno de búsqueda de un nuevo sentidoa la vida es algo perfectamente comprensible. Y es en este punto cuando los lí­deres de esta clase de partidos -tanto de derecha como de izquierda- captan a esta serie de personas con una baterí­a de ideas que puede ser buena o mala, no juzgaré eso (la variedad es tan enorme que resultarí­a imposible).

Dicho esto, conociendo el perfil de los que suelen estar vinculados en calidad demilitantes al PCE, y sabiendo también que aces tienen en la manga los quemueven su cotarro, se me ocurren varias ideas al respecto. Lo primero es que como se ha podido a llegar a identificar la filosofí­a polí­tica, económica y social de Marx con las drogas; lo segundo es porque esta clase de inidividuos y no otros acceden a estos partidos, el porque suelen ser de clase media-baja.

Pero fue el señorito de marras quien curiosamente daió la respuesta a aquellos interrogantes. Ante la pregunta que le realizé sobre aquel suceso con Trotsky,aquel señor que el camarada Stalin se encargó de hacer huire por toda Europa (y de asegurarse concienzudamente de que sus seguidores en Rusia se quedasen en casa y bien calladitos), el bolchevique sevillano inquirió: "es que Trotsky no era comunista, era marxista revolucionario; ser comunista es creer en Lenin, seguir a Lenin,sacrificarse por Lenin, amar a Lenin". Y yo le contesté "No hay más Dios que Marx y Lenin es su profeta".

Con lo grave del primer agravio, en el que dudé de su buena fe por el comunismo, lió lo que lió, figúrense con esto. Pero lo importante de la sentencia pronunciada radica en la interpretación que bien se le puede dar:

Yo soy una persona de clase media creyente en Dios, que apoya a una jerarquí­a fuerte (estatal social y eclesiástica) y que además me muevo en materia de nacionalismo y religión con el fanatismo (dentro del fanatismo hay abundantes exepciones y matices, pero ese tema espero poder tratarlo de una forma más extensa en breve); si ese Dios, esa jerarquí­a fuerte y ese fanatismo que uso como respuesta ya no me llenan, busco un Dios nuevo (Marx y sus tesis, convirtiendose en algo muy alejado de lo que el alemán deseó; un nuevo dogmatismo que sus seguidores desan imponer al margen de la libertad de elegir de cada cual), una sólida jerarquí­a nueva (la URSS, un Estado también férreo y muy sólido, muy lejano del modelo comunista de Marx) y un nuevo fanatismo (el seguimiento a rajatabla de todo el marxismo, de una manera además errónea, que lleva a la defensa fanática que todos estos individuos hacen sobre su nueva religión, alejándose con ese renovado dogmatismo del que hemos hablado). La pregunta que sigue a esto es el porque el hombre en general tiende al fanatismo, porque necesita de él. Quizás sea porque el hombre es un animal, y la potencialidad "animalesca" que subyace en su propia realidad fí­sica le inclina a ello.

El caso es que las ideas de Marx tienen muy poco que ver con la interpretación que lleva a cabo el PCE en general. Marx fue un filósofo moderno y comprometido con la realidad social de su tiempo; eso si, un teórico. Por primera vez en la historia habla de la necesidad de vivir en armoní­a con la naturaleza (en cierto modo inaugura el ecologismo), de respetar a la mujer como igual,..., ideas que se las debemos a él. Pero quizás el punto más interesante de todos sea como Marx interpreta la historia del hombre. No solo lo que dice, sino el método de análisis moderno, nuevo, más o menos cientí­fico y riguroso. Por todo ello, es necesario destacar su labor, fuera parte de si las ideas de Marx han fracasado o no y de si su modelo serí­a mejor o peor, lo demás es supletorio.

Lo que me molesta sobremanera es que Marx, que fue un filósofo pro-justicia y antidogmático (expresémoslo así para ser concisos­) haya sido convertido en un nuevo Dios por personas que no encuentran respuestas en sus viejos dioses y que el comunismoacabe siendo una especie de secta alejadada de su razón de ser original y dando una imagen que, lejos de beneficiar a la propia idea comunista, le afea el rostro. La religión, efectivamente, suele ser el opio del pueblo; pero lo cierto es que en el ser humano hay muchas clases de opio.

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