martes, 21 de julio de 2009

Elecciones europeas; abstencionismo

Las esperadas elecciones al parlamento europeo han tenido como resultado una victoria marginal del PP (aunque irónicamente con un escaño menos que en 2004, año en el que si que perdieron). El PSOE si que ha perdido un terreno mayor (un total de cuatro escaños menos). Los resultados cosechados han sido los siguientes:
PP: 23 escaños (24 en 2004), el 42,25% de los participantes
PSOE: 21 escaños (25 en 2004), el 38,50% de los participantes
CEU: 2 escaños (los mismos que en 2004), el 5,04% de los participantes
IU, ICV,... : 2 escaños (los mismos que en 2004), el 3,74% de los participantes.
UP y D: 1 escaño (ninguno en 2004), el 2,88% de los votantes
Edp-V: 1 escaño (niguno en 2004), el 2,53% de los escaños.
El único dato que verdaderamente salta a la vista y asombra es la participación de la que se habla: el 45,94% del electorado, un 0,8% menos que en 2004, y un número bajísimo de por sí. El asunto es espinoso, ya que estamos asumiendo la supuesta "libertad" con todas sus consecuencias. El objetivo de estas elecciones era el parlamento europeo; a grosso modo, que España tuviese un peso mayor en decisiones a nivel del continente. Creo que si que sería positivo tener una mayor participación en las decisiones de alto copete, aunque la cosa es mucho más compleja de lo que aparenta.
En teoría, en una democracia, gobierna el pueblo. El pueblo no es el 45% de la sociedad, eso no es ni la mitad de este. ¿Estamos entonces asumiendo que el pueblo que votante es el único que tiene el derecho a decidir? Por supuesto que tiene derecho a decidir, para eso han votado, dirán algunos. Yo más bien atisbo con sorpresa que el ciudadano medio observa la política con indiferencia, y sobre todo la de carácter europeo e internacional, algo que aumenta exponencialmente a la juventud del votante.
Deberían saltar las alarmas de los liberales parlamentaristas ante esta manifiesta oleada de abstención, pero tampoco ocurre así. Desde luego es preciso matizar que la indiferencia ante la política no forma parte de un revolucionario surgimiento en el pueblo de una actitud crítica capaz de socavar los propios cimientos del parlamentarismo, no. Más bien proviene de la ingrata pasividad. El pueblo, por desgracia, cada tiene más y más razones para vigilar su colesterol, su armario, su pelo,..., tareas tan importantes que apartan la política al plano de lo intocable; la política es peligrosa, es tema tabú en la juventud y la sociedad. Reitero en la idea de que los parlamentaristas permanecen en silencio ante lo que bien debiera ser un escándalo de unas dimensiones altas. Suele decirse que el que calla atorga; en este caso, ante la avalancha de abstencionismo e indiferencia, las jerarquías políticas perduran por encima de todo (de la religión, la crisis, la guerra,...), no son derrumbadas, cuando lo normal es que, si un pueblo siente indiferencia ante un sistema político, decida cuanto menos cambiarlo, mientras que en nuestro caso (con ese posesivo me refiero a nivel europeo y casi mundial) la pasividad campa a sus anchas. Ello dice muchas cosas -más de las que quisieranlos Bush, Aznar, Zapateros, Berlusconis,...- sobre la clase política que nos gobierna. Si verdaderamente son adalides de la democracia, ¿por qué ante la indiferencia general del pueblo no prueban a intentar cambiar aglo?.
Algunos dirán que no votan y punto, que toda esa burocracia de politiqueo irreverente no va con él. Esa clase de individuo, a pesar de contar con un buen juicio crítico, hace un uso algo pobre de dicho juicio. Si es capaz de poseerlo, quizás debería también intentar cambiar el mundo; aunque suene ingenuo,millones de almas no pudieron con el Apartheid, y fue una sola persona la que comenzó su destrucción.
Creo que entre todos los que, por una razón u otra, recelemos sobre las maravillas del parlamentarismo, deberíamos abrir la boca y pronunciarnos. A pesar de no ser amante del Rousseau, recordemos sus palabras: "el gobierno tuvo su origen en el propósito de encontrar una forma de asociación que defienda y proteja la persona y la propiedad de cada cual con la fuerza común de todos". Tengamos en cuenta que el Estado y su burocracia nos sirven y ayudan a mantener el orden, y no al contrario.

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