viernes, 14 de agosto de 2009

Las posibilidades de objetividad (II)

Para hablar de objetividad sería apropiado remonatarnos mucho tiempo atrás, al comienzo de muchas cosas que están entre nosotros y que, por lo familiares que nos resultan ya, las observamos como "naturales", como un producto en bruto, natural, sin refinar.
Son los grandes hombres los que a menudo son las criaturas más solitarias; ¿se podría decir objetivamente por qué? -que monstruo he levantado de nuevo al pronunciar esa palabra, objetividad!- Estos tipos de hombres yo los percibo como "errores", como cosas singulares en sí mismas, fenómenos irrepetibles. Pero es difícil discernir la génesis de esos fenómenos; resultaría un número escabroso el asegurar un origen exacto, aunque dadas las cirscunstancias podría situar dos orígenes como probables:
-El hombre como un azar en su composición, en sus caracteres, y el hombre fuerte como un tipo necesario para el resto de los hombres y generado al azar, programada su generación en cada unidad en un intervalo de tiempo determinado.
-El hombre fuerte como creador de sí mismo. En este caso es doblemente difícil decidir, ya que sería correcto bifurcar este origen: creador de sí mismo como imagen de lo "divino" (es decir, un auténtico caza-tesoros de la objetividad)y como creador de sí mismo mediante su propia fuerza, o sea, presuponder su propia fuerza como premisa (esto nos llevaría en parte a la primera forma de creación, puesto que el hombre fuerte sería un producto natural).
Los dos casos me asustan un poco. A priori el hombre fuerte sería el más divino, el más objetivo (por ello más fiable). Pero si la fuerza es algo natural ¿Tendráin valor los hombres fuertes?; si no son creadores ni de si mismos no puedo entender que derecho tienen a poder crear sobre los demás. El espíritu solitario del fuerte pudiera ser otro producto natural, para alejarlo del débil; o también puede ser que eñ estado natural del hombre sea el débil y la naturaleza aleje al fuerte con ese sistema, para dejarle agonizar solo.
De todas formas en valor del hombre fuerte habrái que analizarlo mejor. El caso es que el hombre fuerte siempre ha calado hondo en las mentalidades de las épocas (Thutmosis III es un gran ejemplo de hombre fuerte). Observemos la "fuerza" el concreto en un filósofo, en su teoría.
Reseñaré para poder proseguir con la expliación un fenómeno que he observado hace poco tiempo. El hombre necesita una contrapartida positiva para algo negativo; es decir, para que se entienda el bien necesita el mal, pues la mente populachera no sabe entender una parte sola, necesita su opuesto para poder definirla ("aquello es todo lo que no sea esto"). La religión cristiana populachera no puede ver a su Dios sin su diablo. Porque para ellos el concepto "bien" queda vacío sin el concepto "mal".Quizás sea así porque solo poseen una primera fase de abstracción, una abstracción primitiva, rudimentaria, que les permite ver la realidad en grandes partes, pero no poder separalas. Anque yo más bien creo que responde al miedo y a la falta de capacidad de liderazgo, de personalidad propia. De todas formas, a esa forma de oponer conceptos creada por el hombe para entender (y para hacerse entender) le llamo ley de oposición de términos.
La lectura de Heráclito me está dando a entender que había en él un espíritu solitario, independiente y personalísimo. ¿Se podría decir entonces, vistos los caos, que la soldad y el desprecio de compañías son una premisa del hombre fuerte? El problema de Heráclito para mi es que considera la ley de oposición de términos un producto necesario para el lenguaje y el pensamiento e en algo "verdadero" en si. Es decir; esto es bueno porque aquello es malo. Se percata de que la distinción bueno existe al existir la opuesta. Hasta ahí demuestra ser un buen conocedor de los senderos del hombre; pero veo su error en considerar esa ley de oposición de términos como "verdad objetiva" y no como fruto de la mente humana, como fruto del "intento de divinización" (al que ya hice referencia en la primera parte de esta reflexión) al que se somete el hombre mediante la búsqueda de ña objetividad: llegados a este punto creo que sería lício nombrar la ley de oposición de términos como un mecanismo mental, instintivo y atávico para cerrar lapuerta al caos (y de ser así la objetividad se hayaría agonizando); eso es el miedo, la cobardia, ante el caos. Ese proceso organizativo que ya nombramos, como forma de huir del caos, posee sin lugar a dudas la ley de oposición de términos como forma de clasificar, ordenar en el posible caos lo natural. Por eso creo que Heráclito se equivoca, que quiere "divinizar" (u objetivizar, que viene a ser lo mismo) un sistema mental humano. Creo que en este instante las dudas se arremolinan en forma de densos nubarrones en torno al hombre fuerte y la objetividad (¿están relacionados ambos?).

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